Los jóvenes ya no necesitan a la radio para acercarse a la música. La radio se adapta como un camaleón a los nuevos tiempos digitales, y evoluciona en paralelo con la tecnología que todos hoy usamos como método de colección diaria.
La situación de las radios quedo al descubierto está semana al viralizarce la salida de unas de las FM nacionales de la mano de Mario Pergolini conocido productor y locutor quien mencionó no poder pagar la luz de sus estudios y hasta sumo, ya nadie escucha la radio Am O Fm, lo digital o streaming es lo qué está en nuestras manos.
En la ciudad cordillerana de Bariloche tenemos alrededor de 50 radios Fm en el aire, y tras la crisis económica qué es de público conocimiento ya bajaron sus persianas más de 20, con este panorama son varios los propietarios de licencias de frecuencias moduladas qué comenzaron a venderlas.
La llegada de otras ofertas basadas en el audio, de carácter gratuito, y soportadas en la red -léase, por ejemplo Spotify- ha supuesto una clara alteración del statu quo que imperaba en la radio y marcaba su evolución. Los más jóvenes y adultos se acercaban al medio a través de la música, y coqueteaban luego con la radio generalista gracias al deporte, sobre todo. Hoy, este ‘puente’ lo han volado, entre otros, Spotify. Los jóvenes ya no necesitan a la radio para acercarse a la música. Pueden construir sus propias play list con solo arrastrar el dedo en su smartphone o teléfono inteligente. Además, Spotify está logrando lo que era impensable en Argentina: superar el all free de internet y apostar por la versión Premium de esta aplicación, que está creciendo como nunca, no sólo entre los más jóvenes, sino entre todos sus perfiles mayoritarios.
Es cierto que la radio musical añade prescripción, frente a los algoritmos de Spotify; y también el conocido ‘efecto sorpresa’, los temas musicales que, dentro de un mismo estilo que marca la personalidad de la cadena, se van sucediendo unos tras otros, atrapando al oyente (esto es algo fácilmente trasladable también a una App.). Pero los jóvenes no lo saben. Para esta generación del “todo ¡ya!” la radio va muy lenta, y no se puede decidir sobre ella, te la dan hecha. Incluso su aspecto -el de los receptores- es antiguo. La imagen de la radio que tienen los jóvenes está heredada de sus padres, anquilosada en una estructura tan repetitiva como previsible; o sea, con escaso interés para ellos.
El quid de la cuestión, de la supervivencia de la radio, está en los oyentes. Por eso estoy convencido de que desconozco cómo será la radio del futuro; pero, en cualquier caso, tengo algo muy claro: la radio del futuro será la que quieran sus oyentes. Ellos van a decidir.
La radio se adapta como un camaleón a los nuevos tiempos, y evoluciona en paralelo con la tecnología. La llegada de internet, contrariamente a lo que muchos pensaban en sus comienzos, ha supuesto para la radio un soplo de aire fresco: la posibilidad de escuchar, con una calidad más que razonable, cualquier emisora del mundo con un solo clic era algo impensable hace sólo unos pocos años. La radio -lo ha demostrado- se adapta a cualquier escenario, por muy adverso que parezca en el principio de sus tiempos. Llegó y encandiló a los oyentes con sus historias; nació la televisión y -lejos de hundirse- se creció y recuperó sus años dorados gracias a su tratamiento de la información y a la credibilidad que proyectaba. Paradójicamente, frente a la imagen, la palabra era más sólida.
Ésta es, sin ninguna duda, la esencia de la radio: la palabra. Seguirá tratando de seguir dando difusión. Lo dejamos a tu criterio y difusión.
por redacción Diario!!


























