La familia Ávila-Boock vive en una vivienda de madera situada entre la estancia Peuma Hué y la Ruta 40, en la zona conocida como divisoria de aguas, entre los lagos Gutiérrez y Mascardi. El hogar cuenta con un amplio patio frontal, donde Bautista jugaba con su mascota “Linda” antes de desaparecer.
A pocos metros de la vivienda se encuentra un mallín cargado de agua debido a las recientes precipitaciones. Este se alimenta de diversos cursos de agua provenientes de las laderas de los cerros. La geografía del lugar, combinada con las condiciones climáticas, hizo que la búsqueda de Bautista resultara particularmente desafiante.
La desaparición de Bautista movilizó a equipos de rescate y vecinos de la zona. Tras más de 17 horas de intensa búsqueda, el niño fue encontrado por un operador de Parques Nacionales a tan solo 400 metros del lugar donde fue visto por última vez. Lo hallaron en una zona de difícil acceso, en un cerro escarpado hacia el lado del Cerro Catedral.
Según relató el rescatista, Bautista lloraba, emitiendo sonidos similares a los de un gatito. Al escuchar su nombre, el niño rompió en llanto, permitiendo que el rescatista lo localizara y trasladara al campamento base.
El fiscal jefe Martín Lozada informó al diario Río Negro que ahora se investiga la posible intervención de personas ajenas a la familia. Entre los elementos que llamaron la atención de los investigadores se encuentran:
Ubicación inusual: Bautista estaba en un lugar de acceso extremadamente complicado.
Estado físico: El niño no presentaba signos de hipotermia ni deshidratación, y solo tenía algunos arañazos menores.
Protección aparente: Todo indica que Bautista no pasó la noche a la intemperie, sino bajo techo.
Bautista fue trasladado al hospital local para realizarle estudios médicos. Según las primeras evaluaciones, su estado de salud es bueno. Sin embargo, los resultados de los análisis serán clave para determinar qué ocurrió durante las horas en que estuvo desaparecido.
(Bariloche Opina)
