En una nueva salida del grupo del taller Vamos a la Montaña, integrado por jóvenes de los barrios de la ciudad, vivió una jornada llena de emociones y naturaleza. Fue una visita al cerro Goye, en la zona de Colonia Suiza, y el grupo se dividió en dos, de acuerdo a la intensidad: 4X4 (alta) y R4 (media).
Estas actividades apuntan a promover la aventura y el contacto con la naturaleza entre los jóvenes de la Fundación San José Obrero, y la última experiencia fue en una de las montañas preferidas, en una visita inolvidable que dejó a todos los participantes con una sonrisa de oreja a oreja.
A las primeras luces del amanecer, el grupo se reunió en la sede de la fundación, ansioso por lo que les depararía el día. El entusiasmo era palpable y los jóvenes portaban sus equipos de senderismo, mochilas cargadas de provisiones y una dosis extra de energía.
Al llegar a Colonia Suiza nos recibió un grupo nuevo de experimentados guías que nos acompañaría durante toda la salida. Después de recibir instrucciones, el grupo 4X4 se puso en marcha, y se adentró en el sendero.
Mientras tanto, los otros avanzaron entre risas, y con especial emoción de aquellos que hacían su primera caminata en la montaña. Entre conversaciones y anécdotas, se capturaron momentos inolvidables en fotos.

Con la supervisión de Sebastián Fuentes, vicedirector de la Fundación, y de los guías, el grupo se embarcó en una travesía a través de senderos y paisajes asombrosos. El objetivo del día era caminar en el cerro y disfrutar de una emocionante caminata con raquetas en la nieve.
La jornada estuvo llena de desafíos y superaciones individuales y colectivas. Los caminantes demostraron su valentía al superar terrenos difíciles, sortear obstáculos naturales y mantener la concentración a lo largo de todo el recorrido. El compañerismo y el trabajo en equipo fueron fundamentales para llevar a cabo la travesía con éxito.
Ascenso
Durante el ascenso, los participantes también pudieron disfrutar de la exuberante belleza de los paisajes montañosos. La flora y fauna autóctonas, la pureza del aire y la tranquilidad del entorno fueron un bálsamo para sus sentidos y una oportunidad para desconectar del ajetreo de la ciudad.
A pesar de su reconocida seriedad, Seba demostró tener un corazón y una empatía hacia todos los participantes. Una de sus frases más memorables fue: «cada uno avanza a su propio ritmo. No tenemos prisa. Si necesitás parar, yo voy a estar acá esperándote».
Tras varias horas de caminata, finalmente se alcanzó el objetivo. Algunos aprovecharon la parada para hacer una primera experiencia de caminata con raquetas de nieve. Los dos grupos se reencontraron y compartieron un delicioso almuerzo preparado por el talentoso equipo de cocina del Sanjo.

El sentimiento de satisfacción y logro se manifestó en sonrisas y abrazos compartidos. Así lo reflejó Mery Baez, una de las integrantes del grupo, quien visitaba por primera vez una montaña y dijo: «agradezco el compañerismo del grupo y la buena predisposición de los guías, especialmente la de Seba y de su amiga Iris Monsalve. Para mí fue una experiencia emocionante e inolvidable. Alcancé y superé mis límites en este viaje».
“En mi primera experiencia en una montaña fue un desafío considerable. En un momento, le dije a Seba que me dejara descansar, que los iba a esperar. Pero Iris, mi compañera, me alentó diciéndome que continuáramos, que estábamos cerca. Y Seba me hizo acordar que no había prisa, que podía descansar siempre que lo necesitara».
Las risas y las anécdotas llenaron el ambiente, creando un vínculo especial entre todos los integrantes.

Descenso
Llegó el momento de emprender el regreso, que resultó ser la parte más divertida de la jornada. Las caídas y las risas acompañaron nuestro descenso, y aquellos que habían quedado atrás durante la subida demostraron su destreza en el descenso.
Esta visita no sólo permitió a los jóvenes explorar y conectar con la naturaleza, sino que también les brindó la oportunidad de fortalecer su autoestima, adquirir habilidades de trabajo en equipo y fomentar el espíritu de superación personal.
La Fundación San José Obrero espera continuar promoviendo este tipo de actividades en el futuro cercano, con el objetivo de brindar a más jóvenes de los barrios la oportunidad de descubrir la belleza y los desafíos que aguardan en la naturaleza patagónica.
Finalmente, regresamos a la Fundación y luego a nuestros hogares. La experiencia fue mágica.
